CELAR I, ‘encubrir, ocultar’, del lat. CELARE íd.
1.ª doc.: fin S. XII, Auto de los Reyes Magos; Berceo.
DERIV.
Celada ‘emboscada’ [Cid]: del mismo origen port. ant. y trasm. ciada íd., hoy cilada ‘lugar donde se esconde el cazador’, ‘traición’, ‘embuste’ (forma influída por el latín), cat. celada ‘emboscada’ [S. XIII]; en b. lat. español celata está documentado con esta ac. desde 731 (Du C.). Celada ‘casco que cubría el rostro’ [h. 1460, Crón. de Juan II y de Álvaro de Luna, Canc. de Gómez Manrique]: del mismo origen y significado son el cat. celada [1429; ej. de 1459 en Rom. XVII, 200], oc. salada [1495, doc. de los Alpes Marítimos; > fr. salade, 1419], it. celata [1516, Orlando Furioso1]; lo característico de esta pieza de armadura, según la descripción de Leguina, es que servía para tapar el rostro, y sólo en época posterior se introdujo la llamada celada descubierta, que dejaba ver pane de la cara; según datos de Muntaner y Simón ésta se inventó a princ. S. XIV; antes sólo se usaba capellina [S. XIII, cast., cat.], que no cubría más que la parte superior de la cabeza, prolongándola hacia abajo con una cubrenuca de mallas; en vista de tales hechos debemos considerar celada como abreviación de capellina celada o ‘cubierta’, como ya indicaron Du C. y M-L. (REW, 1800), no como derivado del lat. CAELARE ‘cincelar’ (Diez), pues la celada no solía llevar mucho adorno y este verbo apenas ha dejado descendencia romance, ni tampoco como derivado de cielo (FEW II, 36a), pues el ser de forma convexa no era distintivo de la celada frente a la capellina, cervellera, elmo, casco, almete y otras piezas de armadura de la cabeza; la primera a de oc. salada, fr. salade, parece indicar trasmisión por el catalán (donde la e pretónica suena como a): sabida es la fama internacional de las armas toledanas e hispanoárabes2; el port. celada por su l ha de ser de origen castellano.
Encelar, ant., ‘encubrir’; encelamiento.
Recelar [1251, Calila 18.46; 1.ª Crón. Gral. 392a45; Zifar 41.9; Conde Luc.; J. Ruiz, etc.] ‘temer’, ‘desconfiar, sospechar’, también port. recear (ya en Don Denís, h. 1300, vv. 715, 718, ‘temer, tener miedo de [algo]’3, gall. arrezéo ‘miedo, recelo’ ya en un antiguo adagio «non ay atallo sen traballo, nen rodeo sen arrezeo» (Sarm. CaG. 65v); cat. recelar íd. [1374, recelar-se d’algú ‘desconfiar’, doc. barcelonés, en Giese, Anthologie der geist. Kult. auf d. Pyrenäenhalbinsel, 198.33]4, oc. ant. recel ‘causa de temor’ [h. 1220, en el lemosín Gausbert de Puycibot: Levy, PSW, s. v.]5; a primera vista recelar, por su significado, parece derivado de CELAR ‘demostrar celo, tener celos’, como sostiene Nobiling, ASNSL CXXVII, 377, pero la c sorda del catalán y occitano (donde, por lo demás, el verbo zelar es cultismo raro) demuestra que ha de venir de celar ‘ocultar’ (comp. cat., oc. zel ‘celo’, gelós ‘celoso’, gelosia ‘celos’), con paso de recelarse de ‘ocultarse de alguien’ a ‘desconfiar de alguien’ (se recelave del dit Francesch en el citado doc. catalán); la construcción original fué recelarse de, como escriben J. Manuel (Lucanor, ed. Knust, p. 1) y J. Ruiz (1435d), y como siguen haciendo Corral (Crón. Sarracina, h. 1430, en M. P., Floresta de Ley. Ép. I, 189.3) y todavía Mariana («los Carthagineses, de quien mucho todos se recelaban») y otros autores del S. XVII (V. Aut.), mas pronto apareció junto a éste el uso intransitivo (J. Manuel; J. Ruiz; APal. 214d; Nebr.; e introducido en el texto de Corral por manuscritos posteriores); en castellano antiguo la grafía con c sorda es casi del todo general6; el fr. recéler ha conservado el sentido etimológico de ‘tener oculto’ [S. XII], pero el fr. ant. recel, recelee, ‘secreto’, ‘emboscada’, y oc. ant. encelat ‘discreto’, están ya más cerca de la evolución hispánica.
Recelo [Conde Lucanor]; receloso [J. Ruiz]; recelamiento.
1 Como en un doc. latino de 1417 el duque de Saboya hace importar cellatas de Milán, el vocablo puede considerarse atestiguado indirectamente para esta fecha en Lombardía y zona francoprovenzal.― ↩
2 A no ser que la forma languedociana salà por celar ‘ocultar’, citada por Mistral, sea antigua, de lo que no hay testimonios. En todo caso este pormenor fonético indica que la voz francesa no viene del italiano, como han admitido Wartburg y otros, sino de la lengua de Oc; falta sólo asegurar si en este idioma es autóctona o procedente del Sur.― ↩
3 Matiz secundario que también existió en castellano: «que no te vendrá, recelo» en Rojas Zorrilla, Cada qual lo que toca, v. 270. De ahí a veces ‘desesperar’: «que pueda llegar, rezelo» ‘desespero de que llegue’ en Vélez de Guevara, La Serrana de la Vera, v. 2906.― ↩
4 No puede ponerse en duda el carácter genuino de la voz catalana, no sólo frecuente en textos del S. XV, de lenguaje bastante puro, como Tirante el Blanco, sino también en el Dotzèn del Crestià (1386); ahora bien, en el S. XIV un castellanismo es inadmisible, a no ser en palabras de significado muy especial. El sustantivo recel (escrito rasel) aparece también, traduciendo el fr. ant. souspeçon ‘sospecha, recelo’, en Francesc Oliver, Madama sense Mercè (h. 1460), n. 546: Rom. LXII, 517.― ↩
5 «Car será ma grans dolors / recels e temensa».― ↩
6 J. Manuel, J. Ruíz, G. de Segovia, APal., Nebr., PAlc.; rezelar en Corral es la única excepción. Es verdad que esto solo no probaría mucho, pues si bien zelo y zelador no son raros (Cuervo, RH II, 25; Tallgren, p. 86) la grafía con c predomina en el representante castellano de ZELUS, comp. ciar, ciúme en portugués. En este idioma y en castellano los representantes de ZELARE y de CELARE se influyeron recíprocamente, lo cual explica la c portuguesa y la grafía de Corral. Que escriba con z Aut., carece ya de valor. Pero en las demás lenguas romances nunca se han confundido c- y z-. ↩